La verdad es que durante mis largos años de vida me ha tocado presenciar muchas cosas, si bien nací en el seno de una familia de clase media, la crisis económica del año 29 golpeo fuertemente, ahí me tocó conocer y oler de cerca la pobreza, fue ese momento de mi vida el que se transformó en clave para ser lo que ahora soy y trabajar en lo que me apasiona. He recorrido muchos lugares, he sido testigo del hambre en África, pero también de las ganas de ser libres, de independizarse de un país que quiso tomar sus propias decisiones y caminar juntos por el sendero de la democracia. Es por esto que mi trabajo como educador va centrado a la educación popular, al trabajo con la gente, a interesarme por su realidad y que ellos logren integrarse a través de la educación como sujetos libres, que comprenden su cultura, que la critican y participan de ella. Por eso me tomo en serio mi papel como profesor e invito a todos los profesores del mundo que lo hagan también. Es que no concibo la educación sin el objetivo de lograr la igualdad, la transformación y la inclusión de todos los sujetos en la sociedad, es esta y no otra la importancia de la educación y por ello es imposible separarla de una política cultural que entre teoría y prácticas sociales genere un puente con los más profundos aspectos de la liberación. Sin duda que para ello hay que trabajar bastante, es por esto que considero de gran aporte para la pedagogía algunas ideas de cómo enseñar y qué enseñar, puesto que el para qué lo acabamos de responder.
Al momento de enseñar debemos considerar que no todos los niños son iguales y no todos son participes de la misma realidad, es por esto que el profesor debe involucrarse en la realidad de sus estudiantes, debe enseñarles a conocerse a sí mismo, a entender y participar de su cultura. Se debe enseñar con rigor metodológico, es decir, no traspasar conocimientos, sino producir las condiciones para que se pueda aprender críticamente, el rol del profesor en este caso no puede ser pasivo, al contrario debe ser activo, el memorizador que lee y lee pero sin aventurarse a hablar de lo que piensa a sus estudiantes está perdiendo el tiempo, puesto que sólo si hace propio lo que lee y logra relacionarlo con lo que pasa en su país o en su ciudad y comentarlo a sus niños es un profesor activo, el profesor para ello debe estar en constante investigación, y renovación. Debe concientizar a sus estudiantes que ellos son seres históricos sociales, capaces de intervenir, escoger, decidir y de romper con aquello que no contribuye a la creación de una sociedad más justa, es por esto que debe formar y practicar la ética, por ende debe rechazar (y enseñarle eso también a sus estudiantes) cualquier tipo de discriminación, ya que es un peligro a la práctica democrática y no ejercita el respeto y la tolerancia. Pasando a otro punto, la reflexión crítica sobre la práctica es fundamental para el educador, este debe superar un saber ingenuo al que le falta rigor metodológico, que es lo esencial para generar la curiosidad en los educandos. Enseñar queridos míos no es vomitar conocimiento, cosa que resulta bastante difícil, ya que nos tenemos que revisar constantemente para no caer en simplismos, contradicciones o incoherencias, enseñar implica pensar acertadamente, con autoridad, pero no el poder descontrolado o la opresión hacia los educandos, sino ganarse el respeto y el reconocimiento de otros por la labor que se hace bien. Quizás, compañeros, este es el punto que genera más criíicas y mayor controversia con respecto a mi persona, y es el hecho que los profesores participen en la lucha y en la defensa de sus derechos y su dignidad debe ser entendida como parte de su práctica de docente, la lucha en pos de la dignidad del docente es igual de importante como el respeto que el educador debe tener a la realidad del educando, a su cultura e identidad. Para finalizar, el profesor debe ser humilde y tolerante, respetar la autonomía del estudiante, su curiosidad, su timidez, su ingenuidad, no se debe inhibir al niño, se debe enseñar a que transforme sus conocimientos. que los haga parte de su realidad y que a la vez tenga claro que el cambio es posible, eso es muy importante que el profesor se lo pueda transmitir, el docente debe sembrar la esperanza, la fe en una sociedad más justa e igualitaria, debe ser afectuoso y alegre con sus niños, transmitirles amor y confianza en sí mismos.
La escuela entonces es un lugar donde deberían darse estas condiciones, tristemente me he dado cuenta que no es así, las escuelas son agentes de reproducción social económica y cultural, no aportan en nada, imitan la desigualdad social, recrean sus vicios y muchas veces no ofrecen oportunidades para el desarrollo personal del estudiante, son simples lugares de instrucción donde se traspasa el conocimiento, y no se le permite pensar de manera crítica al estudiante, son la producción de ciertas ideologías que no les conviene la movilidad social, ni menos que más gente piense, porque al mantener a la gente en la ignorancia es mas fácil controlarlos y reprimirlos. Si bien el paisaje que les acabo de mostrar queridos compañeros es muy feo, no se deben perder las esperanzas, estoy conciente que la tarea del educador es una labor compleja, se necesita de mucha voluntad, paciencia y tolerancia, pero por sobre todo la convicción de que el cambio es posible, que el logro de una sociedad más democrática, participativa y justa, depende netamente de la educación y de que se cumplan los objetivos mencionados al comienzo de mi discurso. Gracias y buenas tardes
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